Alex Guerra Terra
En el mundo en que vivimos es cada día más importante que como autores nos impliquemos en la promoción de nuestra obra e interactuemos con los lectores. Hasta hace relativamente poco tiempo, un autor podía permitirse permanecer más o menos aislado del público, y aparecía en las presentaciones como agua de mayo. Todos acudían para conocer al escurridizo escritor de las historias que tanto les hacían soñar.
A lo sumo, le habían escuchado en la radio, o hasta le habían visto un par de veces en la tele. Eso ha cambiado levemente, pues en la actualidad la facilidad que ofrecen internet y las redes sociales a los lectores para estar informados y en constante contacto con sus autores favoritos y sus andanzas, hacen de las presentaciones una mera formalidad, que en ocasiones se parece más a un punto de venta ambulante, que a lo que debería ser: un lugar de encuentro, donde los lectores vivan una experiencia, conozcan al autor, y se impliquen con su obra.
En las presentaciones algunos autores venden su nuevo retoño como si buscaran una transacción económica. Es un evento que llega a parecer, en ocasiones, un mercadillo. Muchas veces les acompañan los editores, otras tantas no. Casi siempre, son aburridísimas. Y eso, esa ansia de venta, ese tedio y esa falta de pasión, disuade a los lectores, quienes además, ya conocen de sobra la obra presentada. Por eso, hay que enfocarlo de otra forma: no vendemos libros como si fueran objetos de supermercado (aunque algunas librerías lo parezcan). Bueno, de hecho, no vendemos… ofrecemos algo único, en lo que estamos profundamente implicados.
Lograr una implicación emocional, una reflexión personal, un incentivo a conocer algo desde otro punto de vista, una ventana a la creatividad, no debería ser tan difícil, puesto que es algo que nació de nosotros, de nuestra imaginación. Y eso es lo que debemos ofrecer a los lectores para transmitirles ilusión. Si además logramos que pasen un buen rato, mejor.
A pesar de que parece obvio, no todos los autores logramos estos objetivos. A lo mejor estamos llenos de ilusión, pero no logramos irradiarla al lector, a todas esas personas (que con suerte son muchas, aunque no es lo más común) que esperan nuestras palabras. Debemos ser capaces de demostrar esa ilusión por nuestro trabajo. Es fundamental además, ofrecer algo atractivo, interesante, y hasta original, pues como he dicho antes, el objetivo de las presentaciones ya no es simplemente vender o dar a conocer la obra, sino lograr una vinculación emocional con nuestros lectores. Además de esos elementos, que supuestamente deberían salir de nosotros, pero que no siempre conseguimos, debemos tener en cuenta algunas técnicas que se imponen con fuerza en la actualidad.
Gracias a la revolución de internet se puede hacer algo que nunca antes se podía, y es generar expectación por anticipado, por ejemplo. Debemos aprovechar las nuevas formas de comunicación y de distribución. Estar al día. De lo contrario, quedamos aislados. Y nuestros libros no pueden permanecer ajenos a estas posibilidades. La competencia es brutal. En definitiva: las presentaciones son imprescindibles, pero bien entendidas. Debemos saber transmitir esa pasión e ilusión que todos sentimos por nuestros “pequeños”. Y además, fuera de las presentaciones, debemos ser capaces de utilizar las facilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías, para crear expectación en su punto justo (para no aburrir o cansar), y mantener el interés. No parece tan difícil, ¿o sí? No lo es.
Lo difícil a veces es encontrar tiempo para todo. ¡Pero nunca oí a nadie decir que el de escritor era un oficio de ocho horas diarias!
La autora del post
Alex Guerra Terra nació en Barcelona en 1967. Después de algunas incursiones por el Arte y la Fotografía, colaborando con revistas especializadas, estudió Historia en la Universidad de Barcelona y Arqueología en la Autónoma de Barcelona, a partir de lo cual participó en numerosos proyectos de investigación arqueológica en España, Uruguay, Chile y la Isla de Pascua, ligada a diversas universidades y museos, lo que la llevó a residir en Latinoamérica y Polinesia por años. Trabajó activamente en la difusión de los resultados a través de programas de radio y televisión, conferencias, cursos, y artículos publicados en prestigiosas revistas internacionales, científicas y de divulgación. Rongorongo es su primer trabajo literario.
alexguerraterra.blogspot.com.es
Estupenda reflexión. Contagiar ilusión por nuestra historia y los personajes es fundamental para que el lector se anime a leernos. Abrazos.
Hola Olivia. Muchas gracias por tu respuesta. La verdad, se trata simplemente de lograr contagiar ese entusiasmo que todos llevamos dentro por nuestro trabajo (sin forzarlo, ni que se convierta en una estrategia de marketing). No siempre conseguimos expresarlo en público. Creo que es fundamental que nuestros lectores se den cuenta de ello. Un abrazo y gracias por tu comentario.
Estoy completamente de acuerdo con todo lo dicho y si el autor no sabe transmitir esa ilusión a los posibles lectores (hay muchos que no pueden) que sea humilde y lo reconozca, poniendo a otro orador en su lugar que sí emociones al público.
Pues todo lo que te esperas encontrar en una presentación es eso. La conexión que implica al autor-lector, pero ¿por qué no lograrlo por medio de un representante?
Yo elegiría siempre la primera opción. Ser el autor quien presentase, pero si va a ser una ruina de presentación por su culpa, que se retire o se quedará sin ventas.
Un saludo.
Hola Ricardo, gracias por leer el post y por tu comentario. En cuanto a los autores que no sean capaces de transmitir esa emoción, que no consigan conectar con los lectores, yo no elegiría una opción tan drástica como retirarse de la presentación, aunque sí encontrar un buen aliado, alguien que le acompañe en el evento y lo fortalezca. Saludos.