Nueva etapa, nuevo blog, nueva página…

SONY DSCTodo parto apareja una serie de cambios en la vida. Quienes somos padres o madres lo sabemos muy bien. Cuaderno negro: complot contra Franco ha significado un aliento renovado en la mía y unas rejuvenecidas fuerzas para continuar hacia adelante, pues al fin y al cabo esto es lo que hacen los nuevos seres: contagiarnos de su juventud, de su brío, y proporcionarnos la sensación de que la inmortalidad un poco sí que existe. Y no hay renovación sin tirar paredes y ensanchar habitaciones. Mi blog, El manuscrito, supuso una parte importante de mi carrera literaria. En él crecí, charlé con amigos, expuse mis opiniones, hablé de los libros que leía y difundí mis encuentros con lectores. Pero era hora de dejarlo marchar, de levantar nuevos tabiques, y colocar un nuevo anuncio luminoso sobre el umbral de la puerta. Ahora nace La fruta madre. Un nombre raro, diréis. A mí también me lo pareció. Los nombres te definen, te modelan, se convierten en tu presentación, en una etiqueta a través de la cual el mundo te saluda, te ignora o se convierte en tu enemigo. Y este en concreto podía ser políticamente incorrecto, irreverente si queréis, pero cargado de significado para mí. El corrector ortográfico de móviles, ordenadores y tablets se ha convertido en un ejemplo claro de lo que está bien decir y lo que no. Como si nos obligaran a escribir lo que quieren y no lo que queremos, como si cuando tratamos de decir lo que pensamos estuviéramos escogiendo el camino equivocado y un gran hermano nos empujara amablemente hacia el camino acertado. La intuición tecnológica quiere adelantarse a nosotros, saber qué vamos a decir antes de decirlo, y para eso han creado los correctores que a medida que escribes, reescriben las palabras como buenamente alguien, no se sabe quién ni en qué lugar de la famosa nube, piensa que debe ser correcto. Yo he desconectado mi corrector. Todos mis correctores. Si me equivoco, seré yo quien esté fallando, serán mis pensamientos los que sean mal comunicados, pero no habrá una sola fruta madre donde no deba estar ni diré carbón cuando me enfade con un buen amigo ni star wars será estar eras. Lo mismo seré anticuado, pero mis errores me los gestiono yo sin contenciones.

Y seguimos de estreno, un blog está muy bien para mantener el contacto con el mundo, pero me apetecía algo más: un escaparate, un lugar donde los lectores pudieran acudir a conocerme o saber las novedades de mi carrera, y así creamos mi nueva página web. Una y otro están vinculados. Os invito a pasar por cualquiera de los dos, o por los dos, y tocar aquí y allá, como en vuestra casa. Y cuando lo hayáis hecho, como buenos invitados espero que dejéis vuestra opinión en el libro de visitas, tal si mi página fuese una casa rural o un velatorio; ¿por qué he de esperar a que hablen de mí cuando fallezca? Podéis plantar vuestros pensamientos, también vuestras quejas, o quizá qué os pareció alguno de mis libros; cualquier cosa será bienvenida, sin distinciones, sin filtros. También aprovecho este post de mi recién creada nueva etapa para agradecer a quienes me habéis acompañado en estos primeros años, y saludar a quienes lo empecéis a hacer ahora. Escribir es un trabajo solitario, cargado de trampas, de naufragios, con vientos en contra a veces, y en esos momentos es bueno saber que, silenciosos quizá, lejanos tal vez, siempre alguien lee tras mi hombro lo que voy escribiendo. Puede ser una tontería, una cobardía si queréis, pero a mí este hecho me hace sentir menos solo.

Gracias, por tanto, compañeros de este viaje de los libros y las palabras. Nos seguiremos viendo por ahí.