La tristeza del samurai (2011, Editorial Alrevés), de Víctor del Árbol, es una historia de venganza, de dolor e injusticia que alcanza a todo y a todos a través de varias generaciones, mostrando que cuando se comete un acto injusto, sus consecuencias pueden implicar no sólo a los culpables y a las víctimas directas, también a sus descendientes.
Pero comencemos por el principio, por su autor. Víctor del Árbol es o más bien fue mossos d’Esquadra en la Generalitat durante veinte largos años. Sin embargo, lejos de dedicarse exclusivamente a las funciones propias de su profesión, cultiva durante todos esos años su pasión por escribir, que ya le nació de niño, según dice en el blog Entre montones de libros. Cuenta, en esa misma entrevista, que aprendió a jugar solo, lo que le llevó a desarrollar auténticos dramas en su cabeza. En El diario de Deidre encontré una definición de cómo somos los escritores, y a juicio de mi propia experiencia y por lo que he observado en lo que explican otros autores, como el propio Víctor en la mencionada entrevista, tiene mucha razón en características como una infancia solitaria.
La tristeza del samurai es su tercera novela –su segunda publicada, pues su primer trabajo, El abismo de los sueños, no lo fue pese a ser finalista del Premio Fernando Lara en 2008; algo que pasa a menudo, y tenemos miles de ejemplos, uno de los más reciente El asesinato de Pitágoras, de Marcos Chicot, que sin embargo en 2013 se situaría en el primer puesto de los libros más vendidos en Amazon. Sí, estas cosas no solo le pasan a García Márquez.
Y con esta segunda novela se encumbra directamente. Gana el premio Le Prix du polar Européen 2012 a la mejor novela negra europea que otorga la prestigiosa publicación francesa Le Point en el festival de Novela Negra de Lyon, le Prix QuercyNoir y el Premio Tormo Negro. Y es traducida a una decenas de idiomas. ¿Pero qué tiene esta obra que tanto está gustando? ¿Es una novela más sobre la funesta guerra civil o sobre las consecuencias de ésta?
Del Árbol dijo a Culturamas que en realidad lo que le interesaba explicar en esta novela era «cómo a una persona se le puede llevar hasta el límite». Y lo consigue bastante bien. En resumen, es la historia de las consecuencias que devienen del asesinato de la joven Isabel en los años cuarenta. Pero las consecuencias, ya en la transición, para quienes participaron en el mismo de una u otra manera y, sobre todo, para sus hijos. Es una trama de atroces culpabilidades y de injusticia.
Isabel, que forma parte de una conjura contra su propio marido, militar y acólito de Franco, es detenida y asesinada. Y se escoge a un maestro para que cargue con las culpas del vil asesinato, y a un soldado para que preste falso testimonio. Andado los años, los dos hijos de Isabel, el militar que miente, el hijo del falso culpable, y una abogada que desconoce porqué pero que también está unida al destino de los primeros, formarán parte de un dramático teatrillo que organiza el instigador del asesinato, un hombre poderoso y al mismo tiempo temeroso de perder ese poder. Venganza, sed de justicia, y un dolor infinito por la pérdida, son emociones que Víctor del Árbol logra retratar con crudeza.
La novela es de intriga; yo no la llamaría novela negra pese a los premios que ha obtenido, pero sí de intriga. Sin embargo, es más que una novela de género. El autor se maneja certeramente en las emociones y también en las descripciones, quizá a veces, sobretodo al principio, un poco recargadas. Pero pronto coge ritmo y te engancha en el drama que reúne a estos personajes.
Enhorabuena a Víctor, a quien tuve el placer de conocer en la edición 2013 de Sant Jordi. Me pareció de esas personas que entran en un bar y rápidamente se granjean la amistad de los parroquianos y las parroquianas, convirtiéndose en el centro de las atenciones y el cariño. Ahora estoy ansioso por leer Respirar por la herida (2013, Editorial Alrevés).
Excelente reseña, en cuanto termine con tus libros, ya buscare este, que no pinta mal.
Saludos
Espero que te gusten