La crisis, la corrupción, el desencanto, la desesperación… Parece que todo nos arrastra hacia el encono, el recelo, el odio. Sin embargo, días como el de ayer en Santiago de Compostela hacen que me incline hacia la posibilidad de que el ser humano es intrínsecamente bueno.
Médicos, enfermeros, taxistas, ciudadanos corrientes y molientes abandonaron lo que estaban haciendo, lo que deseaban hacer, para arrimar el hombro. Y contribuyeron a que la tragedia fuese menos tragedia, a que los familiares de las víctimas estuvieran menos solos, a que el mundo fuera un mejor mundo pese al dolor tan grave de ver segadas tantas vidas de una forma tan gratuita.
Hoy lloré, no por las víctimas (a ellas les recordarán para siempre sus familiares y amigos), lloré por los héroes, héroes que olvidaron sus cansancios, sus necesidades, sus pobrezas y que aportaron horas de trabajo, viajes gratis, camas de hotel, incluso unos brazos para trasladar heridos.
Esos héroes que me hacen creer en la humanidad, a pesar de todo.
Mis pensamientos van tambien a este conductor de tren: un error humano, quien no ha cometido un error( con tantas graves consecuencias, puede ser que no)? pero sigue siendo humano y en este momento no me gustaria estar en su pellejo.
Un abrazo Francisco
A mi me hace confiar en el ser humano cuando una mujer se queda un rato con el niño de la vecina para que pueda ir al hospital con el otro hijo. Cuando se pasan platos de comida a través de los descansillos de las escaleras, sin nadie mirando. Cuando le dejas pagada la bombona de butano a alguien que lo necesita, sin decir, a bombo y platillo, yo lo hice…
Para mi buenas personas son todos aquellos héroes anónimos que día a día ayudan a sus semejante, sin que se entere, ni su mano izquierda.
Solo nos acordamos de los héroes, en las tragedias enormes que sabemos que son escaparates, y las buenas obras quedan a la vista de todos y esperan vernos actuar.
No sé si es políticamente correcto o no. Es lo que pienso…
A mí me parece que las grandes ayudas en momentos puntuales son casi como un acto reflejo, que no por ello hay que dejar de agradecer, pero opino como Mariló.
Los que verdaderamente son héroes son los que dejan bocadillos pagados en los bares o menús para quiénes vengan. Los que sin que nadie se entere ayudan a quien lo necesita, sin pregonarlo.
En una ocasión fui a Marruecos y mi guía personal dio dinero a un viejo muy delgado y que probablemente no tenía ya fuerzas para trabajar. Yo quería darle, pero recién llegado, ignoraba las costumbres y los equivalentes en monedas, así que le pregunté cuánto le había dado para tener una orientación y pidiéndome disculpas me contestó que no podía decírmelo porque si no no sería una limosna. Ese es el espíritu que yo entiendo pero producido todos los días, cada uno en su medida con lo que pueda. Pero las grandes tragedias motivan a mucha gente para un gran esfuerzo pero es instintivo, no es significativo.
Es mi opinión.
Un abrazo Ezequiel.