Carolina Márquez
Existen muchas cuestiones técnicas que importan a los escritores noveles: saber cómo extraer ideas, cómo estructurar una novela, cómo planificar unos buenos y creíbles personajes, cómo se debe puntuar, concordar tiempos verbales, no cometer errores de sintaxis, estilo, etc. Pero hay una cuestión que también se plantean muchos escritores una vez terminadas sus obras y es algo que preocupa a muchos y sin embargo jamás se habla sobre ello: el miedo escénico ante la opinión de los lectores, pero sobre todo el miedo a que alguien profesional reseñe o critique lo que con tanta ilusión, trabajo y esfuerzo han escrito.
Es inevitable que los lectores opinen sobre la obra de un escritor: todo el que escribe y expone su obra al público sabe que se somete inevitablemente a las críticas de los demás. Ahí es de donde viene el miedo. Todo artista desea que su obra guste a todo el mundo y eso es un gran error, no podemos gustar a todos pues somos distintos en cuanto a gustos, aficiones, pensamiento y comportamiento. Eso no significa que una obra sea mala sino que simplemente no llega a todo el que la lee. Los grandes clásicos de la literatura no gustan a todo el mundo y todos tenemos nuestra lista particular de rechazos. No por ello dejan de ser obras maestras. Cuando alguien me pide reseñar lo que ha escrito siempre advierto que mi opinión es sólo mía, subjetiva en base a lo que yo sé y he aprendido, pero también según mis gustos.
Una reseña es por tanto un análisis muy personal cuando se refiere a la temática, al género o a la historia en sí misma. Otra cosa es analizar objetivamente el estilo y la parte técnica, pero si ese aspecto ha sido cuidado por el escritor a través de los consejos de un buen corrector profesional, nada ha de temer.
Existen varias clases de críticas: emocionales o racionales, positivas o negativas, constructivas o destructivas. Todas ellas pueden combinarse según el estilo del reseñador. Mi política a la hora de reseñar es ser lo más objetiva posible olvidando si el autor es mi amigo o no, si es extraño o conocido, ofreciéndole siempre la máxima sinceridad posible. De otra forma no le haría ningún favor a nadie, ni a ese escritor, ni a mí misma porque perdería credibilidad, y mucho menos al lector que desea conocer lo que va a encontrar en el libro.
Muchos reseñadores son muy racionales cuando hablan del libro que han leído. Dan mucha importancia a la parte técnica señalando los fallos o aciertos en cuanto a prosa, estilo, construcción de frases, etc., dejando a veces de lado la parte emocional. Mi estilo es el contrario. Yo suelo fijarme mucho más en las sensaciones que me ha transmitido la historia, en las emociones que me ha hecho despertar y en los recuerdos que ha podido traer a mi memoria y puedo disculpar errores leves si no influyen en el disfrute de lo que estoy leyendo. En este sentido es bueno que el reseñador sepa comparar la historia con otras similares de otros autores, e incluso con algún clásico o novela referente en el género del que se trate. Eso ya depende del bagaje lector de quien reseña y éste debe haber leído mucho antes para poder hacerlo. Leer mucho además, me ha ayudado enormemente cuando escribo.
Pero lo más importante de todo a la hora de reseñar es ser siempre respetuoso, educado y constructivo. Las malas críticas deben aceptarse siempre que supongan una ayuda para mejorar y estén debidamente argumentadas: por qué no nos ha gustado y cómo rectificar, dando ejemplos si es preciso. De ellas se aprende muchísimo más que de las buenas. Huid siempre de aquellos que intentan hacer daño con sus opiniones y no aportan ni un solo argumento para hacer de vosotros mejores escritores. A esos, ignoradlos.
Biografía
Nació en Barcelona un 7 de noviembre y estudió Derecho en la Universidad Central de Barcelona, aunque pronto entendió que ser abogado y encerrarse entre cuatro paredes de un despacho no era lo suyo. La afición por la lectura le vino de la mano de su madre, a quien le robaba los libros que compraba para leerlos a escondidas. Pronto tuvo sus propias lecturas para evitar esos robos y compaginaba dichas lecturas con redacciones para el colegio, que eran leídas en voz alta, provocando la aparición de una timidez que dura hoy en día. Ha publicado relatos en revistas digitales y ha colaborado en otros proyectos además de reseñar libros en la página «Entre Libros». Actualmente publica también en «Reseñas Literarias» del escritor Amando Lacueva. Compagina su trabajo en uno de los mayores parques temáticos de Europa con su faceta de escritora. Amante del mundo oriental y de Japón en especial, escribe relatos sobre la cultura nipona y una novela ambientada en el medievo japonés.
Publicaciones digitales:
«Manifiesto Parapsipunk Nº1. Recopilación de relatos.
«Relativamente. Relatos de la imaginación». Antología varios autores.
«666. Especial Halloween de Paraíso Cuatro». Antología de relatos de terror.
Publicaciones en papel:
«La hora de la Bella y otras historias para leer en Navidad». Antología de cuentos navideños.
«Ilusionaria 3». Cuentos infantiles ilustrados.
KARYÛKAI: http://karyukai-carolina.blogspot.com/»karyukai-carolina.blogspot.com
ENTRE LIBROS: http://clubdlectura.blogspot.com
Estoy de acuerdo con Carolina. La percepción de una novela va más allá de la objetividad. No podemos serlo, todo dependerá de nuestros gustos, experiencias y de otros factores, y no todos los lectores son iguales. Por tanto, una novela que para mí puede ser una maravilla, a otro lo dejará indiferente. Sin embargo, al dar una opinión se debe tener cuidado; herir o ser grosero no es válido y constructivo, el verdadero lector es el que sabe explicar por qué no le ha gustado lo escrito sin necesidad de ofender.
Muchas gracias por tus palabras, Blanca.
Y suerte con tus novelas (algunas tengo en mi reader, a ver si les echo un ojo).
Un abrazo grande.
Ha quedado clarísmo. Muchas gracias, Carolina, por tu aportación. Es muy difícil decir lo malo sin herir o lo que falta o se percibe, pero es necesario si se quiere ayudar tanto al lector como al escritor. Si no ¡menuda fiabilidad tendríais los reseñistas!
Gracias a ti, Ricardo. Es realmente difícil mantener la educación y las buenas formas en algunas ocasiones. Pero siempre debe haber un respeto hacia aquella persona que se atreve a escribir y dar a conocer su obra.
Muy sabias palabras, Carolina. ^_^
Gracias.
No sé si son muy sabias, pero al menos deseo que todos aprendamos de una vez que las críticas son buenas para el escritor. Siempre que sean constructivas.
Muy bien explicado Carolina.
Una de las cosas que más me sorprende de las «críticas» que se ven últimamente es la falta de «tacto». Y es que a veces, muchos, se olvidan de que no deja de ser una opinión, y que no puede ser mas que subjetiva, por mucho que intente todo lo contrario.
Gracias, Oscar.
Lo malo es que hay lectores que olvidan ese aspecto subjetivo de una crítica. Por si acaso yo siempre lo resalto, porque mi opinión no es un dogma de fe que hay que creer a pies juntillas. A partir de ahí, quiero que el lector forme su propia opinión.