María del Pino
La Literatura Infantil es de cuidado. Si eres novelista, o poeta, no darás un paso estéticamente hermoso y elegante (para un adulto) sin pifiarla de lleno para el público al que va dirigido. Los niños no buscan metáforas, enredos, palabras difíciles, hermosura gramatical, historias de misterio, ni enseñanzas filosóficas.
Ellos, por las pruebas que he hecho con distintas clases de diferentes cursos, buscan: entretenerse al máximo, reírse, vivir el cuento como si estuvieran dentro y, por supuesto, un final feliz. Si a eso le añadimos lo que nosotros buscamos inculcarles: una moraleja, unos valores, una enseñanza subliminal; y lo que ellos buscan (¡pero OJO!, todo envuelto con la sencillez y el corazón), creo que habremos conseguido el cuento ideal (que no el perfecto, pues como en los adultos, hay gustos para todo).
Hay muchos escritores (según tengo oído) que critican a los que se dedican a la Literatura Infantil porque piensan que son renegados que no supieron hacer una novela bien y, por lo tanto, se dedican a los niños, los cuales, según su criterio, no son tan exigentes y se conforman con cualquier cosa que les demos. Pues… de corazón, opino que se equivocan.
El público más difícil no es el adulto, ni dentro de este, el culto que busca estrictamente la veracidad del contenido. No. No son ni uno, ni otro. ¡Es el infantil! Sino, ¡intenta enganchar a un niño de cinco o seis años con una historia larga! ¡O con algo histórico! Verás que no es tan fácil. Ellos (gracias a su imaginación) tienden a evadirse, o a distraerse, con la rapidez de una bala. Y si no te entienden… ¡apaga y vámonos!
Encima, si no les gusta, son los más sinceros. Y si algo no les entretiene… te olvidan y se marchan a hacer algo que verdaderamente les haga divertirse. Por eso, cuando mi editor me propuso formar parte de la colección de cuentos para niños a la que pertenezco como ilustradora, dije que no. Lo reconozco. No me atrevía a enfrentarme a ese público tan delicado y tierno porque soy, ante todo, novelista. Tenía miedo de irme por las ramas.
Sin embargo, un día me propuse un reto como escritora. Me dije: “María… ¡HAZ LA PRUEBA!”. Y miren, no ha salido nada mal. Ha nacido mi primer cuento para niños (Wuemby. El gato curioso), el primero de una saga (Las aventuras de Wuemby).
Por eso, animo a cualquier escritor ya hecho y curtido en su especialidad (poesía, relato para adultos, novela, ensayo…) a saltarse su modus operandi a la torera, abrir la magia de su niñez y probar suerte, aunque sea para saber qué siente un escritor de Literatura Infantil y cuánto trabaja para adaptar su mente a la que hace años perdió mientras crecía. Ya veréis que no es fácil rebajar el nivel de vocabulario (aunque se sea un escritor sencillo, que somos muchos, hay que simplificar más todavía).
A los que les guste la Literatura infantil, simplemente les aconsejo no escuchar a los que no valoren vuestro trabajo y seguid, porque los que en realidad importan son los niños. Y si un niño quiere un libro… No hay padre o madre en el mundo (aunque, por desgracia, sí está la economía) que se oponga e impida que su hijo lea ese cuento. Ellos son, en definitiva, los verdaderos jueces de vuestro arduo trabajo. Y… si encima lográis enganchar adultos con el cuento… ¡¿Quién sabe?! Posiblemente llegaréis a ser un autor muy reconocido y vuestra obra, tal vez, llegue a ser tan famosa como “caperucita roja” o “los tres cerditos” (entre otros).
Aunque no soy una experta en la materia, me gustaría compartir mi pequeño consejo para aquéllos que queráis escribir Literatura infantil: no penséis con la cabeza, “hacedlo” con el corazón y dejad que la magia que años atrás os invadió en la infancia resurja y se apodere de vuestras ideas.
De nuevo, gracias por seguirnos, leernos y acompañarnos en este pequeño ratito de lectura que compartimos.
La autora del post
María del Pino (enero 1988) es una joven y prolífica escritora que, en año y medio aproximadamente, ha publicado cuatro libros.
Se trata de una novelista que, en poco tiempo, nos ha demostrado que ya no es novel. No deja de sorprendernos con la rapidez y la calidad de sus escritos.
Sus tres primeras novelas forman la trilogía del amor. Estas son: “Más de un Mañana” (febrero 2011, editada por ella misma),“Artemis. El Origen del Mal”(Octubre 2011, JM Ediciones) y “Don Fernando. La Eterna Unión” (Abril 2012, JM Ediciones). Recientemente ha publicado en laColección Guadalquivir, “Relatos Profanos” (septiembre 2012).
Se ha presentado a Premio Planeta 2012 con la primera novela de la bilogía de “El caballero de los dos elementos: La leyenda destruida”. Próximamente dará a luz una nueva obra. Eso sin contar con la saga en la que se encuentra embarcada, “El ladrón de almas”, de la cual, ya se encuentra terminada la primera parte (Venganza).
Pese a que es novelista y nos ha demostrado su maestría en el relato, también nos deleita con poemas de su temprana juventud (“Niño que llora”) y con otros más actuales (“A Córdoba, linda amada”). En su página web podréis leer varios de sus escritos y saber más sobre ella (www.mariadelpino.com).
Sus dotes artísticas no se detienen ahí. Aunque ella no se considera una profesional, pinta al óleo desde los cinco años y dibuja a lápiz. Todas y cada una de las ilustraciones de sus libros son realizadas por su mano. Incluso ha ilustrado el libro de “Relatos Atormentados”, de su compañera Pilar Redondo.
Web: www.mariadelpino.com
Escribir para niños, como bien apuntas, es dificilísimo. El autor, a no ser que tenga «alma de cuentista» —sin sentido peyorativo, ojo, sino todo lo contrario; es un don—, tendrá que adaptar todas sus herramientas al público más despiadado que existe: el infantil. El veredicto de los críos es de «Santa Inquisición»: o vives o mueres. No van a valorar tu estilo, ni tu ortotipografía, ni las subtramas nada de eso. O les ENCANTA lo que escribes o dicen «esto no me gusta» y ni lo acaban como sea así. Un gran reto contra unos lectores implacables. Además, dependiendo para las edades a las que vaya orientado, tienes que hacer equilibrios en la cuerda floja para que no sea ni demasiado complicado ni tan obvio que los niños se sientan insultados en su inteligencia. Un campo de minas que da muchas satisfacciones y que no todo el mundo somos capaces de atravesar sin salir volando por los aires. 😉
Gracias maestro. Contigo siempre aprendo algo.:)