Hoy fui a recoger a mis pequeñas gatitas, DAMA y BRUNA. Son un tesoro. Las encontré en el sofá de su anterior dueña, durmiendo juntas, abrazadas la una a la otra. Una imagen tierna. Como dos hermanas de cualquier especie, se proporcionaban calor y se protegían. Me miraron con curiosidad.
Con esos ojos de gato de Shrek que te hacen sentir blando por dentro. Me habían conquistado. Aunque realmente lo hicieron mucho antes, cuando las conocí con apenas semana y media, y sus débiles patitas aún no las sostenían en pie.
Al trasladarlas a casa en el coche, dentro del transportín, se quejaban con un maullido lastimero. Estaban asustadas. Iba solo con ellas, de modo que no podía atenderlas como requería su estado. Con una mano en el volante, acerqué la otra hacia ellas. Y fue cuando DAMA me ofreció uno de los momentos más tiernos vividos desde que las vi por primera vez. Sacó una de sus patitas blancas y me agarró el dedo, buscando, creo yo, el calor de un ser vivo que le aportara tranquilidad. Todo era desconocido para ellas. Su gesto me reclamaba que no la dejara sola, que me mantuviera en contacto.
Después llegamos a casa y las dos gatas corrieron por las habitaciones reconociendo el terreno. Luego se recostaron junto a mí en el sofá mientras escribía. Es raro, DAMA, que en el coche era quien más atención necesitaba, se alejó de mí para dormir. Sin embargo, BRUNA buscó un hueco entre mi cuerpo y uno de mis brazos. Qué diferentes.
Hoy comienza una nueva aventura. La aventura de DAMA y BRUNA en la ciudad de Barcelona. !Será emocionante!
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