Ezequiel Teodoro
Son las 7:30 horas. Te levantas de la cama, te acercas al lavabo y aprietas un interruptor. Ese simple gesto con el dedo índice pone en marcha una compleja maquinaria, en la que intervienen centrales eólicas, nucleares, hidráulicas, fotovoltaicas, de carbón y de gas, y 33.500 kilómetros de cable para que la energía eléctrica ilumine tu bombilla.
La energía ni se crea ni se destruye, y en el caso de la eléctrica tampoco se acumula, salvo a pequeña escala, como en baterías o pilas. Por tanto, cada vez que ponemos en marcha un aparato estamos demandando energía a las centrales eléctricas, y éstas la crean en ese instante para nosotros.Tanto consumimos, tanto creamos. Ni más ni menos. Bueno, algo más sí, y ese algo más acaba saliendo del país y vendiéndose a los mercados franceses, portugueses o marroquíes.
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