Publicar no es suficiente, tienes que vender

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Está claro que caminamos hacia los modos y maneras anglosajones. Estamos construyendo un mercado en el que el autor será una marca, como ya lo es en Estados Unidos, por tanto, debemos conseguir que el autor sea también un producto en sí mismo, que sea visible. Seguir leyendo

De jardineros y escritores

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Para ello vamos a imaginar que el escritor es en realidad un jardinero. Su misión es compleja y agotadora. Incluye multitud de tareas, entre ellas domar las enredaderas, podar aquí y allá, eliminar las malas hierbas, aniquilar a los pulgones y otras plagas, regar concienzudamente, recoger las hojas secas, cavar, airear, segar, rastrillar, …todo por el afán de alcanzar la belleza. Y no hay mayor expresión de la belleza en un jardín que una primavera florida. Ay…las flores. Pero no nos equivoquemos. Al verdadero jardinero no le importan un pimiento las flores. Seguir leyendo

Me tocó un trocito del Gordo

Ser una autora de autoedición te obliga a multiplicarte en varias personas a la vez: autora, por supuesto, pero además, comercial, relacciones públicas, gerente, contable y mozo de carga. Tenía claro que si quería que la novela llegara a los lectores tenía que trabajar muy duro.
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Busca tus chispas

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Sin lugar a dudas Tolkien consiguió eso en primer lugar escribiendo solo una parte de un mundo gigantesco que habitaba en su mente y por otra, dotándolo de una metahistoria, concentrada en las palabras que lo definían, de modo que, sin ser nosotros lingüistas pero poseedores de la mínima experiencia que supone utilizar uno o más idiomas, la percibimos sin conocerla ni entenderla. Tolkien narró una historia y sugirió un universo y eso lo hizo con palabras que, con indiscutible criterio, se inventó. Seguir leyendo

¿Qué haces para promocionar tu novela?

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En el mundo en que vivimos es cada día más importante que como autores nos impliquemos en la promoción de nuestra obra e interactuemos con los lectores. Hasta hace relativamente poco tiempo, un autor podía permitirse permanecer más o menos aislado del público, y aparecía en las presentaciones como agua de mayo. Todos acudían para conocer al escurridizo escritor de las historias que tanto les hacían soñar. Seguir leyendo