El Gobierno nos hace pagar por mear, ¡vaya con los recortes!

Lavabos

Lavabos

Perdonad lo escatológico del artículo, pero es que es para mear y no echar gota ­–vuelvo a disculparme– que diría el dicho popular –con popular me refiero al pueblo, no del Partido Popular, que conste–. ¡No van ahora y me privatizan los lavabos! ¡¿A quién se le ocurre hacernos pagar por mear?! Seguro que es la brillante idea de un sesudo estudiante de Harvard fichado por este Gobierno, que ha desarrollado además un proyecto apoyado en un empresa externa de esas de powerpoint y altos emolumentos. Bueno, tal vez no. Puede ser que la cosa hubiese sido más o menos así….

­–La situación es crítica. Estamos a un paso de las elecciones europeas y no podemos hacer más recortes…, ya sabéis, por eso de los votos y tal… Así que quiero ideas para conseguir ingresos.

En el despacho del presidente no se oye ni una mosca. Cada cual, ministros, secretarios de Estado y asesores, deambulan la mirada por sus manos, el techo, los cuadros, cualquier parte menos los ojos del presidente. “A ver si no me toca”, piensan.

–Quiero ideas –insiste el presidente, pero como nadie habla, suspira y revuelve sus papeles–. A ver, ¿cuál es el ministerio más rico?

Los ministros se miran entre sí, echándose la pelota unos a otros con el gesto.

–Creo que el de Fomento –susurra el ministro de Economía, evitando mirar a la ministra del ramo.

–Bien, pues, a ver ministra, ¿de dónde puedes sacar dinero?

La ministra quiere hundirse en el sillón; todos la miran y ella se va haciendo pequeñita, pequeñita.

­–Presidente, yo…

­–¿Cómo va lo de la privatización de AENA?

–Así, así –con así, así quiere decir que no va, que es mucho pan para una sola familia y que hay que trocearlo para varios, pero que a los suyos, es decir, al partido no le gusta nada eso de las desmembraciones, sobre todo si son para las autonomías, pues a ellos les va eso de se lo doy a un amigo y santas pascua.

–O sea, que nada.

La ministra niega.

–¿Y Renfe? ¿Qué podemos hacer con Renfe?

­­­–Estamos mejorando, el servicio lo hemos abaratado y…

­–¿Pero podemos privatizarlo?

–Mañana no.

Uno de los asesores se levanta con disimulo y se acerca la puerta.

–Usted –el asesor se vuelve hacia el presidente– ¿dónde cree que va?

–Presidente, al lavabo.

El presidente asiente y le hace un gesto con la mano para que vaya.

­–Un momento –añade justo cuando el asesor tiene la mano en el pomo para abrir la puerta y salir–. ¿Alguien ha privatizado los lavabos?

Los ministros, los secretarios de Estado y los asesores, incluido el de la puerta, se miran. Y unos segundos más tarde, el más pelota habla:

–No, no, señor presidente. Magnífica idea.

Y así surgió la idea. Después había que desarrollarla.

–Tenéis que privatizar los lavabos –ordenó la ministra de Fomento a los presidentes de las empresas públicas.

Los presidentes se miraron entre sí.

–Ministra –dijo el presidente de AENA–, no puedo hacer eso. Los usuarios de los aeropuertos pagan el uso de los lavabos en las tasas aeroportuarias.

–¿Y Renfe? –pregunta la ministra al presidente del ente.

–Ministra, exactamente lo mismo.

Sólo queda el ministro de Adif, propietaria de las estaciones.

–No me vas a decir que los usuarios de las estaciones pagan –le advierte la ministra.

–Ministra al pagar el AVE, ya pagan el uso.

–¿Y no hay baño en la sala de embarque, donde los AVE?

El presidente de Adif asiente tímidamente.

–Pues quien quiera ir al lavabo, tiene esos.

–¿Y quien no vaya a viajar?

–Pues que lo haga en su casa o pague.

Y así fue. Los lavabos de Atocha o de Sants se privatizaron.

A partir de ahora si tienes que recoger o dejar a un viajero, procura haber ido antes al lavabo en casa, pues en caso contrario deberás pagar 60 céntimos por usarlo en unas instalaciones públicas como son las de la estación de Atocha en Madrid o Sants en Barcelona. Además, procura llevar cambio, pues sólo aceptan monedas. Ah, y si eres minusválido, tendrás que aguantar hasta regresar a casa.