Discurso de presentación de El Manuscrito de Avicena en Ceuta

Por fin estoy aquí. He recorrido 2.000 kilómetros y cuatro ciudades en mi promoción, y por fin regreso a casa.

Sé que lo habitual no es ser profeta en tu tierra, pero ahora mismo, con todos vosotros aquí conmigo, con vuestras palabras de aliento, que me las habéis ofrecido, y mucho-, yo no puedo estar más en desacuerdo con esta frase hecha.

Desde que comenzó este periplo de la promoción de El Manuscrito de Avicena he sentido el calor de la gente de Ceuta, apoyándome desde lejos.

En estos dos meses han sido muchas las muestras de cariño que he recibido a través del facebook o por teléfono. Y eso es algo que tengo que agradecer profundamente.

Es difícil, muy difícil, emprender una carrera literaria en este país, donde se publican más de 70.000 títulos al año. Casi dan ganas de abandonar antes de comenzar. Sin embargo, yo estoy muy orgulloso del apoyo que me han brindado los medios de comunicación de Ceuta y los caballas en general. Eso, llegue a dónde llegue mi carrera, es ya suficiente para sentirme satisfecho.

Por eso, antes que nada quiero agradecer su apoyo y amistad a esos casi 500 amigos, muchos de ellos de aquí- que me siguen en las distintas redes sociales en las que participo.

Como ya habéis visto en el video de presentación, El Manuscrito de Avicena es una novela de intriga que mezcla la actualidad más cercana con épocas remotas.

Como dijo un crítico de Interviú, El Manuscrito de Avicena son dos novelas en una: una policíaca y de acción y la otra histórica, que no por ser histórica deja de tener acción también.

Un médico, Simón Salvatierra, tiene que enfrentarse a sí mismo y a los demás en su viaje a lo largo de la novela. El Manuscrito de Avicena es un territorio que Salvatierra tendrá que recorrer para salvar a su esposa, Silvia Costa.

Ese viaje, como el de Ulises hacia Ítaca, le llevará a arrostrar una serie de peligros pero también le hará cambiar su percepción del mundo.

De alguna manera es como el viaje que yo mismo, y muchos otros ceutíes antes que yo, hemos tenido que emprender para alcanzar nuestros objetivos en la vida. Un viaje lleno de vicisitudes que te mantiene lejos de los amigos y de la familia, pero que te hace madurar hasta encontrarte a ti mismo.

El viaje de Simón Salvatierra comienza en Madrid y le lleva a París, a San Petersburgo, a una diminuta población de Burgos, Valdeande, y, como no podía ser de otra manera, a Ceuta.

En mi primera presentación, el secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán, -que me hizo el honor de presentar El Manuscrito de Avicena en Madrid- destacó la licencia que me había permitido al acabar la novela en Ceuta.

Insisto, no podía ser de otra manera.

Como el hijo pródigo, yo quería volver a mi tierra. Quería que mis personajes se paseasen por nuestras calles, que vieran con sus ojos algunas de las imágenes que se han quedado grabadas en mi retina, y que, por muy lejos que esté, siguen formando parte de mí.

Además, también quería mostrar esas imágenes a los lectores. Si de alguna manera esta novela puede servir para que se conozca más y mejor Ceuta, bienvenido sea, ¿no?

Y por ese motivo, Simón Salvatierra y Alex Anderson –la segunda protagonista de la novela- dormirán una noche en el hotel La Muralla –que, como todos sabéis, lo tenemos aquí cerquita-.

Por ese motivo también estos dos personajes se pasearán en una noche templada de marzo camino del parque marítimo, lo que les dará la oportunidad de ver bajo un cielo estrellado el puerto deportivo o entrar en el casino.

Y por ese motivo la novela se cerrará en una mezquita de la ciudad.

Tampoco quiero dar muchas pistas, estoy seguro de que la reconoceréis rápidamente.

En definitiva, quise, sin desvirtuar la propia trama, que El Manuscrito de Avicena encerrase un guiño a esta ciudad, tan desconocida al otro lado del Estrecho.

Quizá los pasos de mis personajes guien a los lectores –-espero que muchos- a lo largo de algunas de nuestras calles más frecuentadas, y tal vez –con suerte- algunos de ellos sienta la tentación de emprender el mismo viaje que Salvatierra, y acabe recalando en nuestra ciudad.

Es una modesta contribución, ya lo sé, pero es la única que puedo aportar yo con mi trabajo literario.

Trabajo que, por cierto, tengo que agradecer verdaderamente a mi familia. Como dije antes, llevo unos años fuera de Ceuta, acompañado por mis hijos y por mi mujer, Lourdes, mi otra mitad en la vida. Sin ella esta novela no existiría, créanme.

Como tampoco existiría sin mi padre. Lamentablemente hoy no está aquí para ver lo que ha hecho su hijo, pero, esté donde esté, seguro que se enorgullece de mis éxitos.

Hoy cumplo un sueño que no sé muy bien dónde comenzó, quizá cuando le cogía los tebeos a mis tíos –-después de tantos años lo confieso, era yo quien se llevaba vuestros tebeos para leerlos bajo las mantas-. Tal vez ese sueño empezó el dia que mi padre me trajo los primeros libros de Círculo de Lectores, siendo yo un chaval. No lo sé.

El caso es que ese sueño se ha hecho carne. Y con ese sueño me enfrento también a mis temores. ¿Os gustará mi novela? ¿La leeréis o la dejaréis sin abrir en un estante? No me gustaría decepcionaros.

Realmente no sé si he escrito algo que merezca que me dediquéis unas horas de vuestra vida.

Sólo puedo deciros que en esta novela os entrego mi verdad. Lo que yo soy, lo que he sido, está en El Manuscrito de Avicena.

Espero que disfrutéis con la novela lo mismo que yo disfruté creándola.

Muchas gracias