Diario del camino. Día 4.

Quiero agradeceros a todos vuestros consejos y vuestro apoyo. Ha sido y esta siendo muy gratificante sentirse acompañado en este viaje; pues así nos sentimos mi hijo y yo con vuestros mensajes y vuestro aliento. Y esa constante presencia vuestra a través del facebook y del blog no puede recibir otro homenaje por nuestra parte que continuar el camino km a km. Ya no es solo una aventura personal y particular de un padre y un hijo, al menos así lo creemos.

Mañana retomamos nuestros pasos en Redondela y, por tanto, nuestro peregrinar hasta Santiago de Compostela. Espero que a partir de ahora nos deparen mas aventuras interesantes que poder contados y otros paisajes maravillosos que poder describiros.

Hoy hay poco que contar, mi hijo y yo aun estamos algo débiles pero ya hemos podido dar un paseo por Vigo, una ciudad atestada de cuestas, una delicia para las rodillas, claro esta. No se me molesten los gallegos, Vigo tiene mucho mas que cuestas: edificios señoriales, olor a mar marinero, a mar de pesca y de industria, no a mar de chanclas y mojitos, a mar duro, a mar de pescadores de larga tradición, y también a mar de fabricas pesadas, de metal y aceite. No esta en el camino, pero el peregrino debería visitarla. Es interesante.

Hoy poco mas tengo que decir, salvo una cosa: nuestro viaje comenzó en una mirada al pasado, en un deambular por los pecados, las virtudes, los errores y aciertos de un pasado, el mío. Ahora paso pagina a mi historia y miro hacia el futuro; el futuro es el presente que aun no se ha pintado, y ese es el que voy a buscar en el resto del camino. Con Santiago iluminando mis pasos y los de mi compañero, trazare mi propia senda, a ver donde nos lleva. Gracias por vuestro empuje, este Camino (si, con mayúsculas está bien) es también vuestro Camino.