Alex Guerra Terra
Mi segundo aporte en este apartado, “Consejos para escritores”, en el que autores nóveles y otros no tanto (yo me encuentro entre los primeros, con sólo un libro auto editado el 2012) compartimos nuestra opinión sobre diversos temas relacionados con el proceso de escribir y publicar una obra, es sobre las agencias literarias, un tema que encuentro interesante por la eterna polémica sobre la conveniencia, o más bien necesidad, o no, de acudir a una. Ya se ha tratado en otros post, pero yo daré mi opinión personal sobre el asunto, en base a mi propia experiencia, que puede o no coincidir con la de otras personas. Ni siquiera he leído esos otros post, para no verme influida por sus criterios.
Ante la aparición de tantos títulos nuevos cada año, es evidente que se requiere una selección, alguien que haga una criba. Conseguir pasar el primer filtro selectivo de una agencia literaria siempre se ha considerado un primer paso muy positivo. Los que pasan ese filtro (se requiere calidad de manuscrito, adaptación a las tendencias editoriales y un poco de suerte), se deben sentir muy afortunados. Las agencias literarias no sólo son un primer filtro. También detectan posibles autores interesantes, que orientados convenientemente con su ayuda y experiencia, pueden superar la segunda criba de las editoriales y publicar en buenas condiciones.
Además ofrecen indudables ventajas: tienen un conocimiento del mundo editorial que un autor novel en general no posee, si deciden apostar por un autor, le ayudan a pulir el manuscrito de cara a su presentación a las editoriales, y éstas sin duda abren más fácilmente sus puertas a una agencia literaria, que a un autor novato (algunas incluso sólo aceptan trabajos procedentes de agencias). Por si fuera poco, una agencia representa a un autor no sólo a nivel nacional sino también en el extranjero, hace promoción en ferias internacionales, difunde su obra en otros continentes a través de co-agentes y se mueve en el mundo editorial en general mucho mejor de como lo podría hacer un autor en solitario.
Pero hay un problema: el 92% de los manuscritos enviados a las agencias literarias son rechazados. Conseguir agencia puede ser una labor ardua, un proceso de meses sufriendo rechazos, frustraciones y la humillación incluso de en ocasiones ni siquiera ser considerado para recibir una respuesta, ni que sea negativa. Pues bien, del 8% que es aceptado, los problemas económicos que el autor pueda tener para afrontar el pago a la agencia (las correcciones no suelen ser gratis, por no contar ya las agencias —conozco una que sólo mencionaré en privado para no ofender, pero la verdad, me resulta inconcebible— que cobran por el mero hecho de leerte) puede también actuar de freno en la evolución de un posible trato. Para mí, a medio-largo plazo y pensando en un mercado internacional, en traducciones y difusión en el extranjero, obtener el apoyo de una agencia literaria es necesario, pero no siempre posible.
Por lo tanto, y por todo lo expuesto, recomiendo vivamente que no se deje de buscar una agencia literaria, es muy positivo. Pero cuando el tiempo pasa y no conseguimos llamar la atención de ninguna, es posible que la única salida sea el trato directo con una pequeña y joven editorial, o incluso, la autopublicación. Pero ya siendo conscientes de los riesgos y limitaciones de esta opción, que debería ser la última, después de haber dejado pasar un tiempo prudente de búsqueda de alguien que sepa representarnos, mejorar nuestro trabajo y conseguir lo mejor para nuestras trayectorias profesionales y la proyección de nuestra estimada obra.
La autora del post
Nació en Barcelona en 1967. Después de algunas incursiones por el Arte y la Fotografía, colaborando con revistas especializadas, estudió Historia en la Universidad de Barcelona y Arqueología en la Autónoma de Barcelona, a partir de lo cual participó en numerosos proyectos de investigación arqueológica en España, Uruguay, Chile y la Isla de Pascua, ligada a diversas universidades y museos, lo que la llevó a residir en Latinoamérica y Polinesia por años. Trabajó activamente en la difusión de los resultados a través de programas de radio y televisión, conferencias, cursos, y artículos publicados en prestigiosas revistas internacionales, científicas y de divulgación. Ha publicado la novela Rongorongo.
alexguerraterra.blogspot.com.es
Tal cómo está evoluciando el mercado editorial en España, disponer de un agente no sólo no es una necesidad sino que es puro y duro ‘snobismo’. Algunos autores no precisan de filtro alguno, ya que incluso pasan de editoriales y se hacen ellos todo, el kit de autoedición de la Srta. Pepis, así que está el mercado colapsado de basura literaria, si es que se le puede llamar literaria.
Las agencias «de verdad» NO cobran por leerte. Cobran un porcentaje de las regalías que recibe el autor cuando publicado. Las «agencias» que cobran NO son agencias. Sólo buscan pichones y nada más. Por otra parte es más fácil conseguir editor que agente aunque suene raro. Lo mejor para un principiante es abocarse a una editorial pequeña y seria. NUNCA pagar por publicar y con paciencia ir subiendo los escalones en el durísimo oficio del escritor.
¿Que hay de malo en pagar porque hagan un trabajo que el autor no sabe o no debe realizar?
Pues sí, toda la razón. Pienso lo mismo. A ver cuándo aprendemos a hacernos valorar.
Llevo esperando respuesta de una agencia literaria 9 meses, y visto lo visto, creo que no recibiré respuesta alguna. Creo que habiéndome dirigido a ellos para que me dieran una respuesta un si o un no, lo que han demostrado al no responder, bajo mi punto de vista es muy poca profesionalidad en el trato con el cliente.
Al contrario, no es falta de profesionalidad, es cantidad de trabajo y a buen entendedor con dos o tres meses sin respuesta es sufciente.
Hola Manuel, debo discrepar contigo, si tienen tanto trabajo, entonces deberían tomar medidas para poder atender a todos, proporcionalmente a su crecimiento, pues como le explico a Julia, los escritores también nos merecemos poder planificarnos, y si eternamente estamos esperando respuestas que no llegan, mientras dejamos pasar oportunidades, con la ilusión de algo mejor, creo que no es justo.
Estoy de acuerdo contigo, Julia. A buen entendedor, con 2 o 3 meses basta no, porque la educación es lo más importante, no somos números, somos personas, y todos los envíos de manuscritos deberían recibir una respuesta, aunque sólo sea negativa, para decir que lo rechazan, de manera que uno ya pueda ir tomando decisiones alternativas. A veces pierdes una oportunidad por esperar una mejor y ésta nunca llega. Si las agencias y editoriales se molestaran en rechazar con agilidad los manuscritos que no se adscriben a sus directrices, los autores también podrían planificarse mejor. Es una cadena, y a veces parece que los autores somos el último eslabón. De acuerdo contigo sobre la profesionalidad.