el autor

Me precipité en la literatura cuando todavía vestía esos pantalones de pana con rodilleras que tanto le gustaban a mi madre, y que yo transigía en llevar porque aún no me alcanzaba la altura para rebelarme. Mis inicios fueron muy sencillos. De la mano de Mortadelo y Filemón, de Spiderman y los sobrinos del tío Donald, me zambullí en divertidas lecturas que me descubrieron un paisaje de colorido chillón y bocadillos repletos de interjecciones.

Pronto me aficioné a las novelas juveniles. Y en mi biblioteca se fueron haciendo hueco Momo, Cinco semanas en globo, Robison Crusoe, El Señor de los Anillos y la saga de la Fundación. Hoy aún me asoma una sonrisa al recordar a Sebastian, Viernes o Passpartout.

Ahora lloro a moco tendido con Josephine en Mujercitas, me exalto junto a Gabriel en Trafalgar, paseo por Macondo al lado de Aureliano Buendía y lucho a brazo partido con Gualterio Malatesta en Alatriste.

No dejéis de leer Cometas en el cielo, La reina del sur, Lolita, El guardián entre el centeno, Almacén de antigüedades, Cien años de soledad, 1984…