Entrevista de Público, escrita por juan josé téllez.

«Al-Zawahri también es médico, como Avicena»

El periodista Ezequiel Teodoro debuta en la novela con ‘El manuscrito de Avicena’

“Primera novela de una Al-Qaeda sin Bin Laden”, puede leerse en la cubierta de El manuscrito de Avicena, con la que el periodista ceutí Ezequiel Teodoro debutó recientemente en la narración larga a bordo de Entrelíneas Editores. En realidad, Bin Laden simplemente desaparece en las páginas de esta obra, poco antes de que lo hiciera de verdad a manos de los Navy Seals en un oscuro paradero de Pakistán: “Realmente en mi novela Bin Laden no llega a morir, sino que se extingue como un misterio. Literariamente es más interesante mi versión porque deja en el aire qué ha pasado con Bin Laden. Su muerte o su desaparición no solucionan nada, porque detrás del líder hay una organización terrorista organizada en células independientes. El mundo libre sigue en lucha frente a Al Qaeda”. Al-Zawahri, nuevo líder de Al Qaeda, cumple un papel determinante en la novela El manuscrito de Avicena. Otra obviedad u otro vaticinio: “En realidad, Al-Zawahri es el ideólogo de Al Qaeda; también es médico, como Avicena, con un conocimiento muy importante de su religión, y lleva muchos años luchando por sus ideales, sean erróneos o no. Ya en Egipto trabajaba siguiendo esas creencias hasta conocer a Bin Laden en Afganistán y, a partir de ahí, conocemos su trayectoria. Ezequiel Teodoro evoca sus vivencias en Ceuta, su proximidad con el mundo musulmán: “He crecido a un kilómetro de la frontera con Marruecos. Mi barrio está muy cerca y la relación con los musulmanes allí es muy importante. Pero no lo tenía tan interiorizado entonces. Me he documentado en el Islam y en la Persia del siglo XI, pero me hago a la idea de que aquel islam tiene semejanzas con el islam de hoy, pero también existen diferencias. Han mejorado en unos aspectos y empeorado en otros, igual nos pasa a los cristianos”. Obra fidedigna “Pretendía que fuese lo más fidedigna posible, así que he leído muchos libros de la época, navegado por Internet horas y días. Me preocupé en saber si eran o no autóctonas de la zona las especies, los árboles y las plantas del jardín de la Gran Biblioteca. Quería, a toda costa, evitar los gazapos. Me documenté mucho, hice algunos viajes y algunas de mis experiencias personales las he utilizado, como una reciente visita a San Petersburgo y al Ermitage”, reconoce el autor de la novela. Bajo una atmósfera propia de Arturo Pérez Reverte o, en otro sentido, de Dan Brown, Teodoro se siente deudor de otras fuentes narrativas, como pudieran ser Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez.